Escribo estas líneas desde Brasilia, en el marco de la Conferencia de ministros de Agricultura de las Américas 2025, con la organización del gobierno brasileño y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), que eligió al guyano Muhammad Ibrahim como sucesor del argentino Manuel Otero, que en sus 8 años al frente del organismo ha hecho una contribución fundamental para dar vuelta el relato y ubicar a la agricultura americana como parte de la solución, y no como parte del problema.
La conferencia es el espacio en el que ministros y altas autoridades sectoriales se reúnen con expertos y productores para construir una visión común sobre el futuro de la agricultura y los sistemas agroalimentarios.
Es un tema crucial, porque la agricultura “cayó en la volteada” en el debate global sobre el impacto de las acciones humanas sobre el medio ambiente. La presión de los mal llamados “ecologistas” puso al agro como parte del problema, asignándole responsabilidad en la cuestión del calentamiento global, la principal amenaza ambiental que pende sobre el planeta.
Este año el encuentro ministerial tiene una especial significación. Llega justo en la semana previa de la COP 30, la conferencia internacional sobre Cambio Climático que se desarrollará desde el lunes próximo en Belem do Pará, un encuentro en el que se anticipan propuestas para implementar políticas que pueden influir en el futuro de la agricultura.
La conferencia es el espacio en el que ministros y altas autoridades sectoriales se reúnen con expertos y productores para construir una visión común sobre el futuro de la agricultura y los sistemas agroalimentarios.
Es un tema crucial, porque la agricultura “cayó en la volteada” en el debate global sobre el impacto de las acciones humanas sobre el medio ambiente. La presión de los mal llamados “ecologistas” puso al agro como parte del problema, asignándole responsabilidad en la cuestión del calentamiento global, la principal amenaza ambiental que pende sobre el planeta. Por eso es muy importante esta reunión ministerial en Brasilia.
Otero se despide de la conducción del organismo dejando una impronta muy fuerte: el papel de la ciencia, la tecnología y la innovación no solo en la seguridad alimentaria, sino en la contribución a un mundo más sustentable. Su rol fue crear una nueva narrativa, posicionando al agro del continente como un actor estratégico en la economía y la sociedad. Incluyendo la transición energética, donde el organismo ha cumplido una tarea fundamental en el impulso a los biocombustibles: la gran contribución del agro a la descarbonización.
Manuel Otero, el argentino que deja la dirección general del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
Agradezco a Manuel la invitación a participar de un panel, precisamente sobre la cuestión de esta nueva narrativa, compartiendo con el colega responsable de agro de la rede O Globo. Y en particular le agradezco la distinción que me otorgó hace pocas semanas, designándome como Embajador de Buena Voluntad del IICA. Estamos alineados desde hace muchos años. El también pasó por Clarín Rural, donde dejó su huella, antes de instalarse en Washington como agregado agrícola de la Argentina.
Desde las páginas de Clarín Rural hemos seguido muy de cerca la gestión de Otero en el IICA. Hemos dado cuenta de su presencia en las COP anteriores, en las conferencias de la ONU y en todos los foros donde se debatían estas cuestiones. Y quisimos acompañarlo en esta conferencia crucial en Brasilia. Junto a los ministros, viceministros y altos funcionarios de Agricultura de los 34 Estados parte del IICA, participan como oradores importantes algunos invitados especiales, como el Enviado Especial para el sector agropecuario a la COP 30 y ex ministro de Agricultura de Brasil, el imprescindible Roberto Rodrigues.
El foco en la productividad a través de la tecnología y la innovación permitieron incrementar la oferta agrícola en toda la región, hoy posicionada como la gran canasta y reserva alimentaria del mundo. América está lanzada en esto y es imparable, en particular en los países del Mercosur.
Pero no significó poner en segundo plano a otro rol clave de la agricultura, en la enorme diversidad de situaciones en un continente tan contrastante como el americano. La problemática social, la pobreza rural, la capacitación de la población rural, el rol de la mujer, la agricultura familiar, la integración social entre campo y ciudad. Demandas sociales que forman parte de una agenda indispensable. En particular en los países del Caribe.
Fuente: Clarin Rural
